En una publicación anterior te proponía un sencillo ejercicio: escuchar los sonidos que llegan a ti, aunque sea sólo un instante.

Prueba hoy a volver a escuchar (no solamente a oir) los sonidos que te rodean, sin que tu mente participe pensando en su origen y emitiendo opiniones al respecto. Sencillamente, pon consciencia de la aparición, del mantenimiento y de la desaparición de los sonidos tal como son. Trata de acceder a tu consciencia profunda, intuitiva y esencial; una consciencia que precede a las palabras y los conceptos con que revestimos a nuestro conocimiento.

ESTA CONSCIENCIA PURA, SIMPLE Y MISTERIOSA A LA QUE PUEDES ACCEDER es como un animal tímido que se acuesta sobre un leño a tomar el sol en un claro del bosque: ella permanece ahí mientras guardemos silencio y no hagamos movimientos bruscos. Eso no quiere decir que los pensamientos no van a hacer acto de presencia, porque sí lo harán: la mente segrega pensamientos, y puedo ser consciente de los pensamiento en el mismo momento en que emergen. Trata tan sólo que su presencia ya no interfiera con la escucha ni la distorsione.

ES COMO SI LOS PENSAMIENTOS MISMOS FUERAN SONIDOS cuya emergencia y desaparición se escucha junto a todo lo demás. Pensamientos que ya no distraen ni perturban porque, al ser conocidos, tienden a desvanecerse lentamente.

REPITE ESTE EJERCICIO DE ESCUCHA CONSCIENTE DOS O TRES VECES AL DÍA, unos poco minutos.

DE LO CONTRARIO, QUIZÁ EN TU JORNADA NO ESCUCHES NADA MÁS QUE EL RUIDO INCESANTE GENERADO POR TU PROPIO PENSAMIENTO.