MUNDO SENSORIAL HUMANO 7ª parte: El paisaje del tacto

Autor: Jacob García de Rueda

Cada uno de nosotros comparte con el mundo un campo sensorial de contacto somático directo y recíproco. Nos hallamos inmersos en el mundo y lo conocemos a través de todos los sentidos. Y el sentido más fundamental, el menos especializado y el más global es el tacto.

El tacto transpira a través de la membrana de piel que nos contiene, que define nuestro cuerpo y que diferencia el medio interior del exterior. La consciencia nos permite saber, en todo momento, cómo nos sentimos cuando nos tocan, qué sensaciones nos provoca el hecho de tocar o ser tocados.

El sentido del tacto también nos permite sentir internamente nuestro cuerpo. Esta capacidad nos informa, por ejemplo, del lugar en que están nuestras manos sin necesidad de moverlas ni de mirarlas, o dónde se halla nuestro cuerpo en un determinado momento.

Esta capacidad sensorial que todos tenemos se llama propiocepción: el sentido que nos permite saber dónde se encuentra espacialmente nuestro cuerpo, orientarlo dentro del campo corporal y sentir sus movimientos e intenciones.

En los últimos años, los neurocientíficos han introducido el término interocepción para designar la sensación fisiológica de la totalidad del cuerpo y para referirse a su continua regulación para mantener el equilibrio interior o “tacto interno” que nos permite sabe cómo nos sentimos.

Propiocepción e interocepción son fundamentales para nuestra vida. Y sin embargo la mayoría del tiempo estamos desconectados de ambas funciones. En esta serie de artículos sobre el mundo sensorial humano hemos visto qué sencillo es recuperar la conexión con nuestros sentidos, porque siempre estamos conectados a ellos.

Lo único que nos mantiene desconectados es ignorar que siempre estamos conectados.

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