ÁREA GESTALT
El crecimiento supone un movimiento que va del apoyo ambiental al auto-apoyo,
sustentado en la toma de consciencia sensorial y en el percartarse de la experiencia.
Psicología de la forma
Las líneas que siguen han sido elaboradas a partir de extractos de “Terapia Gestalt: la vía del vacío fértil” de Francisco Peñarrubia y “Por una gestalt viva” de Claudio Naranjo.
En sus orígenes, la teoría de la gestalt se interesó en analizar las leyes de la percepción humana y la dinámica entre la figura y el fondo: de ahí la palabra alemana «gestalt». Gestalt suele traducirse por “forma” o “configuración”.
Si consideramos el campo perceptivo como una interrelación de fuerzas, vemos como del campo del fondo emerge una fuerza que tiende a ponerse de relieve hasta que ocupa el primer plano: la figura. Esta figura y su fondo (del que es indisociable) forman una composición o configuración que se le llama gestalt. La figura, separada del fondo, pierde su sentido porque el ser humano percibe totalidades (gestalten). El todo es una realidad diferente a la suma de las partes.
Darse cuenta “aquí y ahora”
Fritz Perls, psiquiatra y psicoanalista, comenzó a desarrollar la teoría de la Gestalt hacia 1942. La psicoterapia Gestalt enfatiza la conciencia de lo que está sucediendo en el momento presente en los niveles corporal, emocional y mental, que son inseparables. El aquí-ahora es una experiencia completa, actual, que atañe a la persona y a su relación con los que le rodean. Esta experiencia también contiene recuerdos, experiencias previas, fantasías, situaciones inconclusas, anticipaciones y proyectos futuros.
Neurosis como equivocación de la auto-regulación
Fritz explica que la neurosis es una sustitución del auto-apoyo por apoyo ambiental y que la maduración supone cambiar esta correlación. La idea de la autorregulación entraña una fe en lo organísmico (llámese auto-apoyo o de cualquier otra forma) frente a lo social o extrínseco.
Tendencia del organismo a la propia realización de su potencial
Esta auto-actualización es una propiedad del organismo vivo por la cual este tiende a realizar sus posibilidades y su naturaleza al máximo. Como dice Perls la auto-actualización como la entiende Goldstein se basa en la polaridad potencia (el grano de trigo)/actualización (la espiga), de forma que el grano se actualizara como espiga de trigo y nunca como avena. La autorregulación orgásmica suena como una versión mas abierta e indeterminada, como si sustituyera los datos del conocimiento de la naturaleza por la confianza en dicha naturaleza, lo científico por to intuitivo. Karen Homey lo entendía como una tendencia autónoma hacia la propia realización.
La paz más alta es la paz entre opuestos
Rabí Nachman
Polaridades
Una de las señas de identidad de la terapia gestalt es el trabajo con polaridades. En la naturaleza y en todo organismo, los fenómenos actúan dialécticamente: no se puede conocer el sueño sin tener conciencia de la vigilia, la memoria sin la capacidad de olvido, el amor sin reconocer en nosotros el odio… Cada parte de nosotros tiene su correspondiente opuesto (la complementariedad del ying y el yang en el taoísmo). La Gestalt entiende al individuo como una secuencia interminable de polaridades: unas aparecen en un momento y otras en otro pero todas están ahí y forman parte de nosotros.
Punto “0” de indiferencia creativa
Los opuestos, que nosotros juzgamos erróneamente incompatibles son el resultado de un estrechamiento de la conciencia que limita nuestra capacidad de darnos cuenta. Los opuestos existen por diferenciación de algo no diferenciado y en el punto 0 (idea desarrollada por Friedlaender) es donde empieza la diferenciación. En terapia esta diferenciación es importantísima. La llamamos polarización o pensamiento diferencial: que los polos opuestos se definan con claridad (si están indiferenciados no hay darse cuenta ni integración), que extremen sus posiciones para poder reconocer quienes son estos contendientes.
Integración de las polaridades
Como dualidades, estas polaridades se pelearan fácilmente y se paralizaran mutuamente. Al integrar rasgos opuestos, completamos nuevamente a la persona. Cuando en gestalt polarizamos o diferenciamos, no intentamos dividir a la persona sino limpiar el campo para favorecer la integración. Gran parte del trabajo gestáltico consiste en encontrar y ejercitar la división, de modo que las partes de la unidad puedan volver a juntarse, neutralizando nuestro propio cuestionamiento y nuestras exigencias.
Algunas polaridades en el trabajo gestaltico
Hay unas polaridades clásicas, por su frecuencia y relevancia, por ser motivo habitual de conflicto interno o porque representan y ejemplarizan las contradicciones culturales en que nos movemos.
- Ternura y Dureza
- Seguridad e Inseguridad
- Perro de arriba (mandón, superyó) y Perro de abajo (mandado, ello)
- Cuerpo y alma, espíritu y carne, razón y instintividad, etc.
- Parte masculina y femenina de cada persona, hemisferio izquierdo y hemisferio derecho
- Apoyo y relación
- Lado derecho e izquierdo del cuerpo, adelante y atrás, parte superior y parte inferior
- Resentimiento y aprecios, odio y amor
- Organismo y medio
- Contacto-retirada.
Ciclo gestáltico. Ciclo de la experiencia. Ciclo de satisfacción de las necesidades.
Joseph Zinker dio forma al ciclo de autorregulación organísmica como ciclo de conciencia-excitación-contacto, también conocido como ciclo de satisfacción de necesidades, o ciclo de contacto-retirada y mas genéricamente hablando, ciclo gestáltico.
Se trata de la descripción, paso a paso, del proceso que acontece cuando una necesidad organísmica emerge y pugna por su satisfacción. Podríamos relacionarlo con la metáfora de la figura sobresaliendo del fondo para ser percibida (satisfecha) antes de volver a el y también entenderlo como una explicación de la dinámica que sigue una gestalt en su tendencia a completarse; esta teoría explicaría igualmente como dicha gestalt puede quedar inconclusa. Podemos considerar el ciclo como una disección detallada de lo que sucede con el ritmo contacto/retirada, es decir, un análisis de la fluidez o bloqueo de la autorregulación.
7 Fases del ciclo de satisfacción de las necesidades
1. Situación de reposo
2. Emerge una necesidad en forma de sensación.
3. El darse cuenta, dar nombre a la sensación
4. Movilización de energía o energetización para entrar en acción
5. Acción: conducta dirigida a satisfacer la necesidad
6. Contacto: la necesidad del organismo se resuelve intercambiando con el entorno
7. Retirada o vuelta al estado de reposo, una vez satisfecha la necesidad
Gestalt inconclusa
Otra fuente de la neurosis se halla en la Gestalt inconclusa. Las situaciones que se interrumpen crean un sistema cargado de tensión que influye no sólo en la memoria (se recuerda lo inconcluso mucho más que lo acabado) y el comportamiento sino en la totalidad de la psíquica. La terapia gestalt aplica la ley del cierre a las emociones, sentimientos y acontecimientos reales de la vida.
Mecanismos de defensa
Las diferentes formas en las que interrumpimos el ciclo de las necesidades, reciben el nombre de mecanismos de defensa o de evitación, que son formas diferentes de ceguera, diferentes estrategias o mecanismos para anular nuestros impulsos, para evitar satisfacer nuestras necesidades, quedándonos, sin saberlo en muchas ocasiones insatisfechos y frustrados.
7 mecanismos de defensa principales
1. Introyección.
Incorporar, sin ningún filtro selectivo, lo que recibimos del entorno.
2. Proyección.
Colocar en los demás lo que no aceptamos de nosotros mismos.
3. Confluencia.
Pérdida de límites entre uno mismo y el entorno, fundiéndose con lo de afuera.
4. Retroflexión.
El individuo se vuelve hacia/contra sí y se hace a sí mismo lo que le gustaría hacer a los demás.
5. Deflexión.
Tiene la función de desvitalizar el contacto y enfriarlo.
6. Proflexión.
Hacerle al otro lo que me gustaría que me hiciese a mi. Es una forma de manipulación seductora.
7. Egotismo.
Un reforzamiento deliberado de la frontera de contacto, un exceso narcisista que descuida al otro.
Psicología de los eneatipos a partir del Eneagrama. El trabajo con las defensas
Solamente darse cuenta de las propias defensas y entenderlas como parte esencial de un determinado estilo de personalidad es de por sí sanador. Pero la ceguera no se puede ver a sí misma tan fácilmente: fuertes resistencias se interponen en el camino de quien pretenda ir entendiendo sus defensas.
Eneatipo 1. Obsesivo-perfeccionista
El e1 es una persona rígida, llena de ridículos prejuicios de los que no es consciente. Hay una ceguera implícita en tales prejuicios, a través de los cuales se ven como una persona virtuosa, de importancia suficiente para justificar su arrogancia, su excesiva seguridad, manifestada en actitudes de enjuiciamiento crítico o en la expectativa de inducir admiración, o bien en la tendencia de instruir a otros.
Es poco consciente de su vida emocional. Existe un agujero en el corazón de estos perfeccionistas: un bloqueo de la ternura, una pérdida de contacto con los sentimientos en general, una falsa compasión. Conviene que comprenda su compulsión por ser bueno, su haberse quedado pegado en ser un niño bueno para poder explorar también su maldad (formación reactiva: reemplazar algo que se quiere negar, con su contrario), que la persona recupere su sombra.
Superioridad, rigidez, excesivo control, supuesta bondad de los perfeccionistas. Con ello se oculta a sí mismo autoritarismo, autoimportancia, santurronería, intromisión, ansia de superioridad, hipocresía de los supuestos motivos desinteresados.
Es una persona maniatada, en camisa de fuerza, que necesita permitirse soltarse, mostrarse espontáneo, capaz de improvisar.
Eneatipo 2. Histriónico.
Persona tan orientada hacia el placer y la seducción que parecería no necesitar un cerebro. Este imperio de lo emocional en la personalidad trae consigo una inhibición generalizada del pensamiento, postergación y devaluación de lo cognitivo, sobrevaloración de lo emocional al servicio de las prerrogativas del niño interior: colusión entre los aspectos madre e hijo de la personalidad en antagonismo con la esfera paterna y superyoica. Su mente tiende a la nebulosa imprecisión: un pensamiento apasionado, moldeado por las emociones, lo racional sirve de pantalla a una buena dosis de fantasía.
En el E2 la represión desempeña la función de mantener fuera de la consciencia la visión de sí mismo como una persona limitada y necesitada. El terapeuta debe sacar a la superficie los contenidos inconscientes reprimidos: la bruja detrás de la mujer seductora, la intención egoísta tras la generosidad, y la sed de amor tras una aparente fuente de abundancia.
Viven fantasiosamente enamorados del amor, volviéndose caprichosos y airados cuando son frustradas sus exigencias de niños mimados. A tales necesitados de ternura cuya manera de seducir es como la de un niño o niña al padre o a la madre, solía decirles Fritz Perls: «nunca te ofrecí un jardín de rosas».
El E2 es compulsivamente feliz. El histrionismo es una farsa emocional con una intención manipulativa: no ve la diferencia entre la simulación y sus emociones verdaderas. Cuando seduce, por ejemplo a través de caricias que transmiten un sentimiento tierno, es común que la persona realmente sienta amor, sin llegar a discernir la diferencia entre tal manera deliberada de amar (que implica una confusión entre erotismo y benevolencia) y una manera más auténtica de hacerlo. Parece vivir en un mundo de sentimiento imaginario.
Eneatipo 3. Identificación con la imagen ideal
Pensamiento lineal, racional y matemático, como conviene a una aplicación práctica eficiente. Pensamiento que se ha vuelto estratégico en la búsqueda del éxito y de los logros, que es lo que requiere la implementación de un yo ideal. Control excesivo y represión del contenido ideacional de los impulsos. Ceguera hacia lo extrarracional que propicia el autoengaño.
En el nivel emocional, el E3 se distingue por lo que se ha venido a llamar “la belle indifference” de los histéricos, un cierto tipo de neutralidad y temple marmóreo. El e3 es compulsivamente neutral y reprime los verdaderos sentimientos, que han quedado tras la máscara de las emociones de un yo idealizado.
Pudiera ser que al principio la persona fuese de tipo emocional, pero en la condición neurótica su emocionalidad espontánea ha sido reemplazada por los sentimientos de un personaje en un escenario.
Para que pueda confiar en sus propios sentimientos, primero necesita tomar consciencia de ellos, y para una persona E3 la consciencia corporal resulta de gran ayuda hacia la consciencia emocional. Y solo tras un despertar de los sentidos la mente está en condiciones de poder decir: «ahora siento».
Eneatipo 4. Envidioso.
El E4 es un pesimista que se devalúa a sí mismo, albergando la idea irracional de no servir para nada, o la idea compensatoria de ser el mejor, que devalúa a los demás. Otras veces intenta compensar su autodesvalorización exigiéndose más a sí mismo para merecer el amor.
Estos sentimientos de inferioridad o de inutilidad son expresiones de un odio de la persona hacia sí misma. Su cura dependerá de la restauración del amor por sí misma.
Antes de que lo logre, será necesaria la comprensión de la voluntad de no amarse, y el reconocimiento del autorrechazo y odio. Fritz les decía a esas criaturas sollozantes por un pasado que no es posible cambiar: «¿por cuánto más tiempo desea usted continuar sufriendo por lo que ha perdido?» Esto podía conducir a una invitación a decirle adiós a alguien, en el mundo interior o en el exterior.
Hay en él un implícito repudio de las pulsiones instintivas y una correspondiente devaluación del placer. Pero parece que la inhibición de la autogratificación se ve compensada por una actitud excesivamente exigente o por el chantaje emocional. Su acción está demasiado orientada a compensar la frustración del amor, desconectada de los dictados de la vida y del proceso de autorregulación organísmica.
Al E4 le conviene conectar con el hedonismo humanista de la gestalt y fomentar una salud mental entendida como un estado que implica, entre otras cosas, una fe en la bondad de los deseos naturales.
Eneatipo 5. Avaricia
Coexisten en el E5 un intelecto lúcido y un mundo emocional velado por la indiferencia y la resignación. Un mundo interior como un desierto, una gran pobreza emocional y a la vez la arrogancia de la autosatisfacción.
Un individuo que ha reprimido sus sentimientos y criminalizado su vida instintiva en el proceso de transformarse en un buen chico.
El E5 necesita aprender a movilizarse por iniciativa propia, en lugar de responder pasivamente a las incitaciones que hace el terapeuta; hacer contacto con y expresar el coraje hacia sí mismo y hacia otros; tomar contacto con su sufrimiento en el aquí y ahora, y en el dominio de los recuerdos y reafirmar sus verdaderos deseos.
El encuentro intrapsíquico que se suscita en la elaboración vivencial de la experiencias es de particular relevancia para el e5, maestro en el arte de mantenerse inaccesible y alejado de los otros.
Eneatipo 6. Miedoso.
Un tipo predominantemente pensante, proclive a ilusiones, a una excesiva desconfianza o duda de sí mismo, a la grandeza, a delegar demasiada autoridad en los otros, a una creencia en la necesidad de castigar. Pero inhibe su acción o le da rienda suelta bajo el amparo de una armadura (subtipo sexual).
La emoción es la función psíquica más reprimida, ya sea mediante la proyección o a través de la autoenajenación concomitante a la identificación con la autoridad internalizada.
El E6 necesita aprender a deshacer los introyectos, la identificación con la autoridad disfuncional: lo que nos «engullimos por completo» debe asimilarse mediante el proceso de masticación.
Dicha masticación no es solamente una buena metáfora para el proceso interno, sinó también un medio terapéuticamente relevante para la movilización de la agresión que resulta necesaria para rechazar lo que no encaja dentro de nuestras preferencias o valores.
Eliminar introyectos no es como eliminar retroflexiones (que supone aceptar e integrar partes que están disociadas de usted). Más bien, se trata de hacerse consciente de lo que no es realmente suyo, de adquirir una actitud selectiva y crítica hacia lo que se le ofrece, y sobre todo, desarrollar la habilidad para «arrancar de un mordisco» y masticar la experiencia como para extraer sus saludables nutrientes.
Eneatipo 7. Gula.
Fritz decía que «detrás de cada niño bueno, hay uno malcriado». El E7 esconde su rebeldía tras la cara de niño bueno. Se hace también demasiada propaganda a sí mismo, tiene una opinión demasiado alta de sí mismo.
Es alguien que reprime experiencias dolorosas y las disfraza de una falsa alegría. El E7 necesite que le ayuden a establecer contacto con el dolor. Cuando se evita el dolor, se estrecha nuestra consciencia o se embota el estado de alerta.
Ayudar a darse cuenta que las idealizaciones y sueños, las actitudes supuestamente espirituales, la racionalización espiritual de la neurosis… pueden ser formas defensivas.
En terapia necesitan ser guiados a que den voz a lo reprimido -el dolor, el deseo de venganza, las ganas de estafar-, para que sea posible integrar todo, y transmutarlo de compulsión a recurso.
Eneatipo 8. Desensibilización.
El E8 se muestra ciego a los procesos psicológicos, es pobre en empatía y tosco: exageradamente simple y prosaico en cuanto a su subyugación al placer y el provecho.
En el nivel emocional ha perdido la capacidad de ternura y sensibilidad que ha cambiado por un deseo insaciable y mezquino de cada vez más placer y satisfacción.
Adicto a la acción, como para compensar su empobrecimiento cognitivo y emocional. Su comportamiento se caracteriza por la impulsividad y el avasallamiento de las necesidades y deseos de otros. Esta desensibilización es una defensa cuyo trasfondo es la exagerada búsqueda de placer, que incluye un sádico placer en descargar su enojo.
Esta búsqueda compulsiva de la intensidad y del placer es en sí misma una defensa. Se trata de la búsqueda de una apariencia de vida con que se pretende sobrecompensar una pérdida de sensibilidad o encallecimiento psíquico. Busca sentirse vivo a pesar de haber soterrado su corazón. Ya no es capaz de encontrar su corazón en su placer. La desensibilización y la compulsión por la intensidad son dos aspectos recíprocamente alimentados de un mismo proceso.
El E8 necesita entender que su lujuria en sí misma es una defensa, lo que significará tomar contacto con la morticidad (deadness) interior. Así, el niño interior sensible, sepultado tras una personalidad granítica, podrá cobrar nuevamente vida. Esta recuperación del niño interior y de sus necesidades de dependencia y sed de amor, es no solamente una recuperación de la sensibilidad y la espontaneidad, sino también de la ligereza e inocencia.
Eneatipo 9. Acidia o pereza espiritual.
El E9 tiene tendencia a la ceguera psicológica. Carece de un acceso inmediato y pronto a las propias emociones, en parte debido al desalentador efecto de la resignación, que modera los deseos y aplaca los sentimientos; y en parte también por el deseo de atender solamente lo positivo y lo placentero.
Se trata de un tipo sensorial y motriz, cuyas acciones responden más a las expectativas de otros y a los usos y costumbres sociales que a sus propios impulsos, necesidades e intuiciones.
Para superar el problema de la confluencia el E9 necesita aprender a pensar claro, a atender a su propio cuerpo y sentimientos, a escuchar sus voces interiores.
Y para que desarrolle la motivación correspondiente, deberá tomar consciencia de la forma en que su acción se encuentra excesivamente subyugada a influencias extrínsecas, y de que nadie en el mundo externo, sino ella misma, podrá tomar la decisión entre permanecer pasiva o comenzar a vivir.
El remedio para la confluencia y la autodistracción (o simbiosis y autoensordecimiento) yace en la búsqueda conjunta de la autoconsciencia (insight) y de la espontaneidad.