Rebecca Wildbear, del Instituto Animas Valley, cuenta del tiempo que pasó Laurens van der Post con los bosquimanos del desierto del Kalahari y explica lo sorprendidos que estaban porque él no podía oír las estrellas.

Al principio pensaron que estaba bromeando o mintiendo. Cuando se dieron cuenta de que en realidad no podía oír las estrellas, concluyeron que debía estar muy enfermo. Porque los bosquimanos sabían que quien no siente la naturaleza debe tener la enfermedad más grave de todas.

Durante casi todo el tiempo que los humanos han estado en el planeta, las conversaciones regulares entre especies han sido una parte natural de la vida diaria. Pero en nuestro mundo actual, la mayoría de las personas tienen dificultades para iniciar una conversación de este tipo. Quizás sea porque desde pequeños nos enseñaron a percibir la naturaleza como algo separado de nosotros, un objeto sin vida, una mercancía.

La capacidad de la humanidad para sentir la sensibilidad de la Tierra es fundamental para nuestra supervivencia y toda la vida en la Tierra. El deseo de conversar con la naturaleza puede catalizarnos. Y quizás el mundo natural también desee esta relación con nosotros.

¿Ya has escuchado las estrellas?